CONTADOR DE VISITAS.

UN CAFÉ, UN ABUELO...UNA VIDA .

Son infinitas las palabras que llenan nuestro vocabulario pero no encuentro ninguna para describir los sentimientos que este abuelo hizo brotar de mi interior...y todo por un café, si, " un café solo ".
Ésta "historia" que os contaré en primera persona, termina con un fuerte apretón de manos con cuatro personas más como testigos...y aún conservo en mi memoria la sensación del tacto de aquella mano, de aquella suave piel que tuve el placer de tocar de ese abuelo de 94 años ( los cumplirá antes de que acabe el 2008 ) y que tanto me recordó a ese abuelo minero que nunca conocí.
"... Nuestra " historia " dio comienzo a las 10:30 horas del domingo 29 de junio de 2008, con una temperatura de 22 grados. Hacía calor y busqué en la terraza del bar una mesa a la sombra para tomarme una cocacola. Jugaba con el móvil mientras notaba la mirada silenciosa de alguien. Levanté la cabeza...y le ví. Saludé y me respondió. Seguí a lo mio y al cabo de unos minutos alguien se sentó frente a mí sigilosamente compartiendo mesa. No dijo nada. Puso su garrota entre sus piernas y las cruzó para terminar colocando sus manos encima de la curva del garrote...seguí a lo mio...pasaron dos minutos de silencio...apagué el móvil y pregunté :
- ¿ Quiere tomar algo... ? -.
-Un café solo-. Dijo el abuelo. Lo pido y lo dejan en la mesa.
- Qué bien huele ese café- Le dije para entablar conversación.
- Si. Éste café es muy bueno-. Respondió el abuelo mientras meneaba la cucharilla en el interior de la taza. -¿ Mejor que el de antes... ?- Le pregunté.
-¡¡¡ CLARO ¡¡¡...El de antes solo era agua...cogían la cafetera que estaba encima de la estufa del bar y te lo echaban en la taza. Pero no valía. Eso era en los bares que había en la calle Larga...-
-¿ Había más de un bar en esa calle ?.
-Si. Había dos. A uno iban los de izquierdas y al otro los de derechas. Uno estaba en la esquina que va al callejoncico y el otro más arriba...¡¡¡ Bueno está... ¡¡¡-. Utilizaba éstas dos últimas palabras cada vez que terminaba de hablar: ¡¡¡ Bueno está ¡¡¡.
-Entonces, ¿ no estaba el que hay hoy ?.-
-No. Ese lo pusieron mucho más tarde. Te estoy hablando de los años 30... ¡¡¡ Bueno está ¡¡¡.-
El abuelo continuó hablando, contando sus cosas, sus recuerdos. A veces paraba de hablar y bajaba su mirada hacia la mesa...buscando más recuerdos en los posos del café y según venían a su mente los soltaba. Nunca nos habíamos visto. No le conocía de nada y él a mi tampoco...pero seguía hablando...
- ...Yo me casé con la mujer que quise de Zarra...-
Dijo con voz orgullosa y satisfacción en su cara.
Me mira constantemente a los ojos, pero al hablar de su mujer intuí en su mirada que no eran mis ojos los que estaba viendo, ni tampoco mi cara. Sus ojos estaban viendo otros ojos, otra cara...que para él le eran muy familiar. Vi cómo sus ojos se volvían cristalinos...noté cómo los míos también...
- ¡¡¡...Era muy buena...¡¡¡.
Terminó diciendo.
Nos salvó de las lágrimas la llegada de dos niños que se sentaron en nuestra mesa y el replicar de las campanas que empezaban a tocar en ese preciso instante. El abuelo terminó su relato diciendo que tiene tres hijos, 7 nietos y 4 biznietos, concluyendo con su clásico: - ¡¡¡... Bueno está...¡¡¡-
Eran las 11 y media y el sol avanzada hasta nosotros invadiendo nuestra sombra. Se han ido los niños y ha terminado el sonar de las campanas.
- Y tu...¿ de quién eres ?. -
Me pregunta el abuelo. Le doy dos reseñas de mi familia para terminar preguntando:
 - ¿ Vaya pieza eh, abuelo ?. -
- Si, es una pieza...pero muy trabajador. Antes se trabajaba mucho, se padecía mucho... yo he trabajado mucho...antes había poco más que la huerta y los animales... se trabajaba de sol a sol...Bueno está.-.
Me cuenta alguno de sus trabajos, viajes, compañeros...y le pregunto :
-¿ Está usted a gusto en Zarra ?. ¿ Es feliz ?.-
- ¡¡¡ Siii... ¡¡¡.-
Responde sin pensar el abuelo...
- En Zarra se está bien. Hay mucha tranquilidad...pero yo estoy más cerca de allá que de aquí...-.
Aquello último me irritó y sin pensar le dije:
- ¡¡¡ No diga tonterías abuelo...¡¡¡. Usted está aquí ahora y eso es lo que importa,coño...no vuelva a decirme eso...-.
 El abuelo sonríe, sabe que tengo razón, pero también sabe que él la tiene. Me mira a los ojos...esos ojos empequeñecidos por los años, por el paso del tiempo...casi cerrados. Con mirada llena de ternura. Con cejas muy pobladas de canas, con su mata de pelo blanco sin un ápice de entradas. Con su piel arrugada pero traslúcida cuando le da el sol. Con manos finas y pecosas, con correa negra en el reloj de esfera interior blanca, con cinturón negro en sus pantalones grises, camisa blanca con rayas finas de color negro y manga larga, con su inseparable garrote bien tallado...con muchos recuerdos...con una vida por delante.
Son las 12 y media. Han vuelto los niños...se sientan, y a la vez se sientan junto a nosotros dos mujeres que tampoco conozco...son primas del abuelo.
- ...Yo me siento al lado de mi "chache"... Yo siempre le llamo así...desde que éramos pequeños...-
Dijo la más abispada de las dos. Continuamos la conversación con aquellas dos mujeres que no paraban de hablar, de contar cosas de antaño porque sabían de lo que estábamos hablando el abuelo y yo...pero ya no era lo mismo. El abuelo me miró con cara de fastidio...entendí que había llegado el final...que quizá otro día el abuelo me buscaría para continuar con lo que aquellas mujeres habían interrumpido...pero esa...esa será otra historia..."
Gracias "abuelo" por darme dos horas de tu vida.