UN PASEO POR MI VIEJO PUEBLO.

Ayer anduve pateando las calles de mi otro pueblo, Madrid. Compartí espacio lejano con el cantautor Luis Eduardo Aute, con el diputado del PSOE Antonio Gutiérrez, Llamazares, Cayo Lara, la viuda de Marcelino Camacho, Toxo y algunas otras personas no menos importantes por ser quienes eran ni porque en cantidad sobrepasaran las 20.000 almas.
Hacía tiempo, mucho tiempo, tal vez...dos años, que no sentía ese olor tan particular que tienen las cosas que más nos estimanos. Cada cual tenemos nuestra propia esencia que nos hace especiales ante ciertos sentidos porque no hay dos de forma idéntica.

Madrid huele, sabe y se siente tan diferente como ZARRA. Son los mismos sentimientos compartidos pero sensaciones y aromas muy distintas cuando estás en sus calles y hablas con sus gentes pero, de todas formas, no cambio ZARRA por Madrid a pesar de ser mis localidades más queridas por diversos motivos. Y ayer, volví a sentir un aroma especial que hacía tiempo que no sentía y que me devolvió a tiempos pasados por lo que está pasando y están pasando quienes en estos momentos no tienen ni cómo ni dónde matar su hambre. Ya lo dijo alguien hace años eso de que -Nunca tiempo pasado fue mejor-, y razón tenía, pero, joder, parece como si de repente hubiéramos retrocedido unos treinta años o más. Malos tiempos vienen y habrá que hacer piña para compartir juntos lo que nos toque a cada uno pero eso sí, sin resignación, porque la resignación no es una opción.
Jamás había sentido interiormente nada igual que lo pasado por mi cuerpo-conciencia-alma cuando ayer contemplé cómo veinte mil personas cantaban a capela junto a Aute la canción -Al alba-.

Ayer, gente progresista hizo piña y lanzaron consignas que harán pensar a más de uno de que no se va por buen camino y que los tiempos del ordeno y mando ya son pasado en una sociedad que tiene mucho más conocimiento que aquellos que nos representan incluso aunque les hayamos elegido porque quizá ha sido así... porque no había mucho más donde elegir.